Dificultad: Media (por la distancia)
Distancia: 18,5 km
Duración: 6 horas
Desnivel: +/- 700 m
Track: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=11443826
Nota: esta ruta la hicimos con calzado minimalista y entramos en detalle aquí.
No es esta una ruta espectacular, pero le tenemos especial cariño porque fue nuestra primera salida “catalana”, hace ya poco más de un año. Es una ruta fácil pero larga y un poco pesada por ser un 80% de pista forestal, y aunque hemos vuelto repetidas veces a lo largo del año a subir al Puig Vicenç y dar una vuelta cortita, esta ha sido la tercera vez que la hacemos entera (o casi). Es ideal para disfrutar del bosque húmedo y darse un buen baño de sol en los días de invierno, y un poco bastante dura cuando el calor aprieta, por lo que toca ir bien aprovisionado de agua si queremos disfrutar de la primavera y ponernos los dientes largos con los campos de cerezas a principios del verano 🙂
Tras aparcar en la plaza dels Països Catalans frente al polideportivo municipal, en la entrada a Torrelles de Llobregat, tiramos por la pujada de Can Roig hasta el empedrado que sale a derecha justo al pasar la rotonda e iniciamos la ruta subiendo el cuestarrón (los perros y yo corriendo, Sara apretando glúteo detrás).
Seguimos subiendo por camino de tierra y pista, dejando atrás la zona residencial y las masías y pronto llegamos una bifurcación en donde Bruma siempre quiere ir hacia abajo porque está en sombra, pero como es hacia arriba, giramos a la izquierda encaminándonos hacia los campos de cerezos (cargaditos ya con la preciada fruta, que aún tendrá que madurar un poquito antes de ser recolectada del todo) de una de las masías de la zona. En el depósito de agua, giramos para seguir un rato hacia la derecha hasta que llegamos a la zona de les Penyes de Can Riera (donde nos hacemos la sesión de fotos de rigor) y seguimos por la pista que va a Santa María de Cervelló hasta que aparece a la derecha bien indicado el sendero que sube hacia el Puig Vicenç.
Este tramo de subida es un pasote, muy divertido. Inicialmente se sube por un sendero de tierra y roca roja muy erosionada por el agua y las pisadas humanas hasta una replana en donde se bifurca y se mete por en medio de un frondoso bosque poblado de durillos, madreselvas y lianas, tan espeso que a la luz le cuesta atravesarlo. En la parte más alta empiezan a aparecer las encinas y se ve el cielo. En este punto queda bien poco para alcanzar el vértice geodésico del Puig Vicenç.
Una vez arriba y tras disfrutar de las vistas y la sesión de fotos, descanso e hidratación de rigor, seguimos nuestro camino por la pista pedregosa rodeada de madroños que baja por el Serrat de Can Güell y gira hacia el sur.
Pasamos unas cuantas torres de alta tensión y al cabo de un rato llegamos a la bifurcación que baja a la urbanización Can Güell, donde nos encontramos con unos yayos un poco perdidos a los que Sara prestó asistencia con su estupendo catalán (joder qué envidia me da, qué facilidad para los idiomas). Nosotras abandonamos la pista girando a la derecha para tomar el sendero de subida a la Penya del Moro. Este tramo me recuerda muchísimo al tramo de ascenso a la Penya del Moro de Sant Feliu, aunque más en sombra. Es muy estimulante también y una vez arriba se disfruta de buenas vistas hacia el valle y el mediterráneo y hacia Collserola.
No paramos mucho, nos quedan muchos km por delante… (no llevamos ni 7). Desde aquí bajamos por la pista pedregosa que va a Begues. Esta parte es un poco coñazo y siempre pega el sol con rabia.
Afortunadamente una nube enorme nos hizo la siguiente media hora bastante llevadera. Una vez “abajo” (en realidad seguimos muy arriba con respecto a Torrelles), pasamos por un tramo de asfalto y en seguida giramos a la izquierda, hacia Torrelles. Por aquí el camino es de tierra y volvemos a pasar entre campos de cerezos. A la altura del garaje de vehículos agrícolas, saludamos a un simpático mastín que nos sale siempre al paso (y que cada vez se muestra menos amistoso, parece que tiene más miedo que antes… algo le habrán hecho al pobre).
Dejamos el camino entre campos de cerezos para meternos otra vez por sendero y recorrer otro tramo chuli de la roca, muy parecido al de subida al Puig Vicenç pero de bajada. Nos encontramos con un charco rojo enorme que sorteamos, la arcilla de este estrato hace que siempre haya agua acumulada y al menos los perros pueden refrescarse las patitas. El sendero acaba abruptamente en la carretera Begues-Torrelles. Caminamos unos pocos metros hacia abajo por la carretera y enseguida sale la pista pedregosa de bajada pronunciada. Más o menos en el km 12 nos encontramos la roca del Barret (a la derecha), una formación similar a las penyes de Can Riera del otro lado, a la que subimos para descansar un rato y beber algo de agua y cambiarnos de calzado (aquí la gente normal almuerza, nosotras, pese a ser bien entrada la hora de comer, somos espartanas y nos la saltamos). Tras poco más de diez minutos de receso, nos ponemos en marcha para afrontar las casi dos horas que nos quedan de camino.
Desde aquí, se baja un poco pero ya se va viendo que la cosa cambia y vamos a empezar de nuevo a subir. La cuesta es dura pero corta y enseguida el camino se vuelve bastante recto. En ligero ascenso, diríamos. En la bifurcación nos quedamos a la izquierda para dirigirnos a Torrelles (por el otro camino se iría a Sant Climent). Seguimos subiendo hasta una torre eléctrica. Todo este tramo es horrible y a ambas nos parece la peor parte de la ruta. A las horas que lo atravesamos nosotras siempre acaba siendo un puto calvario de calor, torridez y aburrimiento que se hace demasiado largo para nuestro gusto. Al fin alcanzamos la cuesta de bajada pronunciada (en la que me encontré un duro del año tal) que acaba en un cruce de caminos (donde nos equivocamos la primera vez y acabamos bajando a Torrelles por una laberíntica urbanización) en el que hay que buscar un caminito ligeramente a la derecha y subir por un sendero en cuesta muy empinado que bordea la urbanización hasta llegar al Turó de Tabor (a las antenas). Esta parte es dura pero tiene una pasada de vistas, es una pena que la gente de la urbanización esté invadiendo el sendero de derrubios y otras mierdas que al parecer les sobran.
La madre naturaleza tuvo a bien prodigarse de nuevo con unas oportunas nubes que nos dieron algo de tregua. Al alcanzar la máxima altura el sendero acaba en una calle de la urba que lleva a Sant Martí, donde descansamos unos minutos sentadas en el banco y repartimos el agua prometida. Aquí llevamos algo más de 15km y empieza otro tramo de la ruta algo cansino por una pista pedregosa que sube y baja absurdamente por encima de la sierra hasta llegar al Coll de Querol, donde nos encontramos con unas cruces que marcan una encrucijada en la que debemos girar bruscamente hacia la izquierda por la pista, que nos llevará prácticamente en recto hacia abajo hasta Catalunya en miniatura (un km y algo, la mayor parte asfaltado). Tras unos minutos más caminando entramos en Torrelles y volvemos al sitio donde habíamos aparcado.
Que bien te veo hija .Un beso
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Claro que me ves bien, mama, que la cámara de Sara tiene 15 megapíxeles, como pa no verme bien X___D
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Es mi ruta habitual de running. Un pasote disfrutar de estos caminos poco poblados en la cercanía de Barcelona.
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