Dificultad: Media (por ciertos tramos del sendero con fuerte desnivel)
Distancia: 8,75 km
Desnivel acumulado: 450 m
Tiempo: 4 horas con una hora aproximada en paradas
Track: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6728635
Hacía ya mucho que teníamos ganas de hacer una visita a la Costa Brava, pero entre la pereza por el viaje, nuestra tendencia a las altas cumbres y la tranquilidad del interior el momento no había surgido hasta esta semana. Por recomendación (insistente) de una compañera de trabajo y tras indagar un poco en las posibilidades, nos decidimos a acercarnos a conocer el entorno de Tossa de Mar, pueblo enormemente turísico que cuenta con unas características naturales y culturales excepcionales. Una pena que, como es habitual en estos enclaves, se haya visto tan pervertido por las masas.
Como queríamos salir con los perros, nos decidimos por realizar una pequeña ruta que nos permitiera conocer el pueblo y sus alrededores alejándonos un poco del bullicio, hacer un poco de senderismo, conocer algunas de las preciosas calitas y acantilados de las fotos y, con un poco de suerte, darnos un chapuzón en sus turquesas aguas.
Al llegar a Tossa aquello estaba ya hasta la bandera pese a ser un día entre semana, con autobuses descargando turistas y coches yendo y viniendo intentando localizar el parking más barato. Afortunadamente y gracias a lo reducido de nuestro vehículo, aparcamos rápida y gratuitamente muy cerca de la zona donde acabaría nuestra ruta.
Os ahorraremos la odisea que puede ser cruzar un pueblo nuevo lleno de gente con los perros atados y a tope de emoción tras un viaje de hora y media, cargados con una expectativa no satisfecha (la de salir del coche en mitad del campo y correr libres) y con un calor de la muerte pasadas las once de la mañana. Hay que armarse de paciencia y saber gestionar sus emociones y las nuestras, al fin y al cabo, estas situaciones no son plato de buen gusto para ningún miembro de esta familia, por ello las evitamos en la medida de lo posible, pero de vez en cuando está bien exponerse para evitar una mayor sensibilización.
El centro histórico de Tossa es bastante importante, especialmente los restos bastante bien conservados de la Vila Romana (que no pudimos visitar más detenidamente por tener la fea costumbre de llevar a nuestros hijos de cuatro patas), y el recinto amurallado de la época medieval, con sus calles empedradas, sus torres, su faro… Como digo, un sitio muy interesante y muy bonito pero lamentablemente invadido por el turismo, gentes, restaurantes, tiendas, chiringuitos… vamos, nothing new para nosotras que venimos de la cuna del turismo playero.
Nos llegamos hasta las puertas del recinto amurallado y tras comprobar con qué eficacia había sido ocupado cada centímetro de la playa d’es Codolar, nos adentramos por unos empinados escalones hacia el sur para iniciar el camino de Ronda o Camí dels Miradors.
Durante el primer kilómetro nos cruzamos con bastante gente pese a lo duro de la cuestecilla, pero la promesa de las vistas atrae todavía a muchos incautos turistas. Armándonos de paciencia y con los lloros de Bruma como banda sonora cada vez que parábamos un minuto en los miradores, cada vez que nos cruzábamos a alguien, cada vez que una de las dos se alejaba dos metros para lo que fuera… seguimos por el camino de Ronda señalizado en verde, hasta que paulatinamente empezamos a dejar de ver gente.
Prácticamente en lo mas alto, el camino se bifurca y continua por una pista más cómoda entre el bosque hacia la Cala Llevadó (nuestro destino) pero nosotras elegimos el sendero marcado con X que continua por encima del acantilado para lanzarse en fuerte bajada hacia las rocas. Nada más empezar tuve un resbalón tonto y como iba con las sandalias me hice daño en el dedo gordo del pie levantándome un cacho de piel. En ese momento nos alcanzaron una pareja de guiris jovencitos que nos iban siguiendo, tan convencidos de que sabíamos a dónde íbamos y se quedaron bloqueados al ver que nos parábamos y que el camino parecía no seguir. Al ver que me sentaba a evaluar mis daños, optaron por darse la vuelta, aunque el camino seguía pero eso sí, más complicado, empinado hacia abajo y entre arbustos.
Lo del pie me fastidió bastante, me preocupaba hacerme más daño y mi paso fue bastante torpe desde ese momento intentando no apoyarlo demasiado y mantenerlo más o menos limpio (cubrirlo no me parecía que fuera a mejorar la situación) y el sendero, bastante degradado y resbaladizo, no ayudaba. Pero poco a poco conseguimos salvar la bajada y llegarnos casi hasta el mar en la cala Allà-on-raja-l’aigua. Todo ello amenizado por la musica que nos llegaba de los yates llenos de jóvenes a los que les había costado bastante menos llegar hasta allí.
El sitio más accesible para darse un chapuzón estaba ocupado por una familia (olé ellos), así que, ni cortas ni perezosas bordeamos/trepamos/saltamos las rocas hasta que llegamos a un punto donde, según Estefa, era factible bajar e incluso había un poco de sombra para dejar las cosas seguras.
El problema era que trasportar objetos electrónicos por valor de 700 euros en precario equilibrio sobre las rocas no era quizá lo más sensato, pero con un pequeño trabajo en equipo, conseguimos cruzar sin mojar nada importante hasta una zona más cómoda donde remojarnos. Las Fivefingers se portaron estupendamente en arena, roca, seco y mojado, dándole a Estefa una tracción perfecta. Yo con las huaraches tuve que andarme con más cuidado, pero más allá de preocuparme por perderlas en el agua, no tuve ningún problema importante a la hora de moverme por las rocas.
Los perros, cual madres histéricas, no aprobaban nuestra actividad de escalada marina a la una del mediodía, pero al final ambos (con nuestro apoyo, por supuesto) tuvieron que atreverse a descender también la pequeña pared de roca y nadar el pequeño tramo hasta la zona segura.
Tras remojarnos unos minutos, saludar a varios barcos (qué graciosos), observar la fauna marina y la sesión de fotos de rigor, regresamos (de nuevo trasportando mi más preciado objeto a salvo del agua) al punto donde habíamos dejado el camino y comenzamos otra pequeña subida, siguiendo todo el rato el sendero marcado con puntos azules o blancos. El calor apretaba fuerte pero el sendero estaba bastante cubierto. Otra bajada fuerte y un poco rompepiernas nos llevó unos 30 metros más arriba de otra preciosa calita (la Moltó) que al final decidimos no visitar porque estaba bastante empinado y ya estábamos quemadas de tanto bajar, además nos estaban atacando los mosquitos a base de bien.
Salimos de la hondonada medio trepando de nuevo (afortunadamente en gran parte del sendero hay escalones de madera que ayudan un poco tanto en las bajadas como en las subidas, había leído que había alguna cadena o cuerda, pero nosotras no las vimos, quizá ya no están o simplemente pasamos por otro sitio) para disfrutar de unas espectaculares vistas de Sa Cambra, la cala Llevadó y sus alrededores, viendo preciosos rincones donde bañarse otro día con más fuerzas y a ser posible sin perros. Una última bajada en picado nos dejó en las calas y de vuelta a la civilización.
Subimos de la playa cruzando el camping Llevadó donde nos refrescamos un poquito en una fuente bien maja, y en unos minutos salimos a la pista que nos llevó, cruzando la loma por el interior atravesando el bosquecillo de pinos, de vuelta a Tossa en menos de una hora. De camino pasamos por la torre dels Moros, donde de nuevo disfrutamos de unas bonitas vistas, y se nos olvido visitar otros restos romanos (íbamos bastante rápido huyendo del fuerte sol de las cuatro de la tarde).
Una ruta para repetir, quizá en una época un poco menos tórrida y turística pero en la que todavía apetezca bañarse, con un sendero fácil la mayor parte del tiempo aunque con buenas subidas y bajadas y un par de puntos algo degradados. Esperamos que los organismos responsables y los visitantes ayuden a conservar el entorno y el sendero, aunque mucho me temo que la erosión y el paso de la gente lo hagan casi impracticable en unos años si no se toman medidas.
Muy buena ruta para hacer en entretiempo, cuando no hay tanta gente ni hace tanto calor. Sea como sea, el recorrido es precioso. Muy buenas fotos.
Me gustaMe gusta